¡Hola a todos, queridos lectores!
Hoy os traemos un post muy interesante y, por qué no decirlo, un poco filosófico, pero bien sabéis que en este rincón nos encanta mezclar literatura y filosofía para desmenuzar esos temas que nos hacen darle vueltas al coco. ¡No nos asustemos por palabras típicamente académicas! Prometemos mantenerlo ligero. El menú de este día es: ¡El existencialismo en la ficción contemporánea!
¿Os imagináis a Sartre o a Camus escribiendo novelas de suspense? Si creéis que sonarían algo chiflado, agarraos que viene curva. El existencialismo, esa corriente filosófica que surgió allá por el siglo XX y nos lleva a cuestionarnos el sentido de la vida, la libertad y la muerte, ha influenciado y sigue influenciando a muchos escritores modernos. Y no, no hablamos solo de esos tochos filosóficos que requieren café y mucho tiempo, sino de novelas de suspense que podéis devorar en un fin de semana.
Primero, hagamos una pequeña pausa para refrescar nuestra memoria filosófica. El existencialismo, en corto, nos enfrenta cara a cara con la idea de que no hay un propósito predeterminado para la vida y que cada uno de nosotros debe encontrar su propio sentido en un mundo a menudo indiferente. Es como cuando llegas a la última hoja del libro y te das cuenta de que la historia no te da todas las respuestas. ¿A quién no le ha pasado, verdad?
Bueno, pues esta incertidumbre y búsqueda del sentido son temas geniales para los autores de suspense, que aprovechan para enganchar a los lectores y, al mismo tiempo, lanzar esas preguntas filosóficas que tanto nos gustan.
Pongamos como ejemplo a la gran Gillian Flynn y su obra maestra «Perdida» («Gone Girl», en inglés). Estamos ante una novela de suspense que no solo te deja al borde del asiento, sino que profundiza en la complejidad de las relaciones humanas y la identidad. Amy y Nick, los personajes principales, nos llevan por un viaje oscuro y retorcido, enfrentándose a la apabullante pregunta existencial: ¿Quiénes somos realmente? Los juegos de mentiras y manipulaciones entre la pareja son un eco de la idea sartreana de que «el infierno son los otros». La autenticidad del ser se ve constantemente desafiada por la percepción y la imagen proyectada hacia los demás.
Otro ejemplo fascinante es «La carretera» de Cormac McCarthy. Este libro puede parecer una historia postapocalíptica común y corriente, pero es mucho más que eso. En ella, un padre y su hijo luchan por sobrevivir en un mundo devastado, enfrentándose a situaciones extremas de vida o muerte. Aquí, el existencialismo se hace palpable en cada página: la lucha por encontrar un propósito en medio del caos y la desesperación. La relación entre padre e hijo se convierte en un faro de esperanza y humanidad, un gesto tan simple y, a la vez, tan vital, que refleja la búsqueda existencial de significado en un entorno absurdo.
¿Y qué tal si hablamos de «El hombre duplicado» de José Saramago? Aquí, el autor nos atrapa en un thriller psicológico que explora la identidad y la cuestión del doble. El protagonista, al descubrir que existe alguien que es su copia exacta, se sumerge en una crisis existencial que pone en tela de juicio su propia esencia. Saramago nos invita a reflexionar sobre la unicidad del ser y los miedos que nos acechan cuando nuestra propia identidad se ve amenazada.
El existencialismo en la ficción contemporánea no solo nos ofrece un entretenimiento solido, sino que también nos empuja a enfrentarnos a preguntas profundas. ¿Qué es ser auténtico? ¿Cómo encontramos sentido en un mundo lleno de incertidumbre? Así que, la próxima vez que os encontréis inmersos en una novela de suspense y sintáis ese inquietante escalofrío, recordad: no solo estáis disfrutando de una buena lectura, también estáis caminando junto a gigantes filosóficos, cuestionando lo fundamental de nuestra existencia.
Y vosotros, ¿qué libros de suspense con toque existencialista recomendaríais? Dejadnos vuestras sugerencias en los comentarios.
¡Hasta el próximo post, lectores intrépidos!